Los carnavales culturales de Valparaíso han tenido desde sus inicios buena acogida entre la gente; muchas personas viajan desde distintas ciudades y localidades pequeñas para presenciar obras de teatro, conciertos y espectáculos que durante el año, son restringidos a la capital o, por sus precios, no son asequibles a todo tipo de personas.
Este año la atracción más atrayente para el público fue la de los voladores de Papantla, causó admiración en todos, la televisión y los medios de prensa no pudieron abstraerse de informar y dar a conocer al público lo que cinco personajes realizaban al colgarse de un poste de 25 metros y girar a gran velocidad, por los pies al ritmo de una música ritual. Llama la atención que una tradición indígena haya generado tanta expectación y eso es bueno porque genera curiosidad, ganas de conocer aún más de estas tradiciones tan distintas a las nuestras (distintas? ya hablaré de eso) Los comentarios antes, durante y después de la "actuación" de los voladores fueron interesantes; una señora comentaba "estos son bolivianitos ¿cierto?; otros decían "quizás que tomaron para dar tantas vueltas", "están tan convencidos de que su dios los salvará que se lanzan sin pensar" y un montón de etcéteras que no terminaría de relatar jamás y que permiten darse cuenta del nivel de ignorancia sobre las culturas indígenas, falta de tolerancia por el extranjero y un sinfin de cosas que se me vienen a la mente... sin embargo, me quedo con lo positivo, con las voces de asombro, con las miles de personas que esperaron pacientemente por ver a estos mexicanos que luego de un respetuoso ritual ancestral (usado ahora para atraer turistas en su tierra natal) inician la ascención hasta la cima y luego de que el caporal mayor realiza su danza- sin protección, a 25 mts de altura y tocando al unísono flauta y un pequeño bombo- se lanzan al vacío en un rito que pide fecundidad a la tierra (por eso las frutas colocadas cerca en una mesa) y enseña a respetar los recursos naturales. En tiempos en que nadie respeta a nadie ni a nada, los voladores de Papantla seben ser mirados más que como un simple "espectáculo de carnaval".
Este año la atracción más atrayente para el público fue la de los voladores de Papantla, causó admiración en todos, la televisión y los medios de prensa no pudieron abstraerse de informar y dar a conocer al público lo que cinco personajes realizaban al colgarse de un poste de 25 metros y girar a gran velocidad, por los pies al ritmo de una música ritual. Llama la atención que una tradición indígena haya generado tanta expectación y eso es bueno porque genera curiosidad, ganas de conocer aún más de estas tradiciones tan distintas a las nuestras (distintas? ya hablaré de eso) Los comentarios antes, durante y después de la "actuación" de los voladores fueron interesantes; una señora comentaba "estos son bolivianitos ¿cierto?; otros decían "quizás que tomaron para dar tantas vueltas", "están tan convencidos de que su dios los salvará que se lanzan sin pensar" y un montón de etcéteras que no terminaría de relatar jamás y que permiten darse cuenta del nivel de ignorancia sobre las culturas indígenas, falta de tolerancia por el extranjero y un sinfin de cosas que se me vienen a la mente... sin embargo, me quedo con lo positivo, con las voces de asombro, con las miles de personas que esperaron pacientemente por ver a estos mexicanos que luego de un respetuoso ritual ancestral (usado ahora para atraer turistas en su tierra natal) inician la ascención hasta la cima y luego de que el caporal mayor realiza su danza- sin protección, a 25 mts de altura y tocando al unísono flauta y un pequeño bombo- se lanzan al vacío en un rito que pide fecundidad a la tierra (por eso las frutas colocadas cerca en una mesa) y enseña a respetar los recursos naturales. En tiempos en que nadie respeta a nadie ni a nada, los voladores de Papantla seben ser mirados más que como un simple "espectáculo de carnaval".